


La rehabilitación se enfoca en restaurar la función del hueso fracturado y las estructuras circundantes, como los músculos, los ligamentos y los tendones, así como también recuperar la fuerza, la movilidad y la flexibilidad.
El proceso de rehabilitación de una fractura ósea puede incluir una serie de pasos, tales como la inmovilización temporal del área fracturada para evitar más daño, la realización de ejercicios de fisioterapia para restaurar la fuerza y la movilidad, la aplicación de calor y frío para reducir la inflamación y el dolor, y la utilización de dispositivos ortopédicos para ayudar en la recuperación, como férulas, yesos, y en ocasiones, la cirugía.
La duración de la rehabilitación dependerá de la gravedad de la fractura, la edad y el estado de salud general del paciente, así como también la adherencia a las instrucciones y el plan de rehabilitación prescrito por el médico. Con una adecuada atención médica y rehabilitación, la mayoría de las fracturas óseas se recuperan completamente y permiten a los pacientes volver a sus actividades diarias normales.